lunes, 12 de octubre de 2009

¿ LE JALARON LA CORREA ?

Con un estilo peculiar, el periodista Jesús Ramos, hace un sencillo análisis de lo que podría estar pasando detrás de las renuncias de José Othon Bailleres y Rocío García Olmedo, a sus comisiones.

"Ni cuerazos en las asentaderas ni manotazos en la mesa


La intempestiva manera en que Rocío García Olmedo y Othón Bailleres Carriles emigraron de la Comisión Inspectora, Gran Comisión y la Coordinación de la bancada de diputados del PRI, podría reducirse a dos posibles razones y en ambas no cabe la presunción que sea por buscar las presidencias municipales de Atlixco y Tehuacán, en ese orden.

Veamos. Si el argumento de justificación fuera tan simple, esta misma semana tendría que renunciar una camada importante de diputados para cumplir con el propósito de perseguir alcaldías y, por consiguiente, deberían secundarlo secretarios de estado, incluyendo el jefe del gabinete Mario Montero, y funcionarios municipales como Víctor Giorgana y Javier Ramírez Carranza, cosa que se antoja bastante difícil.

Para situar un escenario práctico, habría que poner sobre la mesa dos presunciones. La primera borraría del mapa burdas analogías de escasa exigencia como manotazos en la mesa, cuerazos en las asentaderas de los legisladores rebeldes a manos del gobernador Mario Marín y decisiones emocionales basadas en la ira de Olmedo y Bailleres; en vez de eso, aconsejaría fijar la mirada en la intención de hacer del dominio público cuáles son las reglas no escritas de acción y estancia dentro del Poder Legislativo.

Lo que en apariencia podría ser una ruda medida de Marín hacia los diputados rijosos en el fondo no lo es; Michel Foucautl propone que “La normalización” o Poder disciplinario pretende en mayor grado divulgar hacia los gobernados el saber quién es el regidor de las conductas y el creador de los reglamentos.
En pocas palabras, lo que Marín quiso fue cambiar la impresión que los críticos tenían en el sentido de que Mario Montero y Javier López Zavala eran quienes controlaban el Congreso del Estado y que su poder estaba menguando por la aproximación de las elecciones de julio de 2010, cuando en la realidad sigue siendo él, el único implantador de decisiones. Si la presunción es correcta, Olmedo y Bailleres fueron tan solo el pretexto ideal para un gobernante que quiso dar muestras de poder.

La segunda presunción tendría qué ver con el propósito de recuperar el control de un espacio de poder transferido. Contrario a Maquiavelo, Aristóteles consiente que el poder se transfiere, pero también se revoca. Si esto eso es cierto, Marín tuvo un lapso de tiempo en que dio la libertad a Montero y a Zavala para operar el Poder Legislativo de la manera que, acorde a su criterio, mejor conviniera al gobierno estatal, aunque con la acción de Olmedo y Bailleres bien puede interpretarse que se los revocó.

¿Qué sigue ahora? La medida coercitiva debe asentar con claridad en la conciencia de los diputados locales lo que podría ocurrirles a futuro si intentan orinarse fuera de la bacinica o si la “normalización” del gobernador es ignorada. El acuse establece que el Ejecutivo sigue siendo quien manda.

En lo superficial, la noticia fue tan sorpresiva como terminante, incluso hubo diputados del PRI que se enteraron al día siguiente que Olmedo y Bailleres estaban idos de sus respectivos cargos; dijera Calles: “No me voy, me van”. Los causes formales de relevo no se siguieron como lo recomienda el protocolo político y por consecuencia, los dos cargos están acéfalos a pocos días de iniciar el tercer y último periodo ordinario de sesiones del Congreso.

La confusión reina en los aparcados de las curules y la zozobra eriza los pelos de sus ocupantes; sin embargo comienza a generarse el ruido de que los nuevos titulares ahí vienen, uno por el rumbo de Tepeaca y el otro de Tlatlauquitepec.

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Algo muy similar a lo que pasó en el Congreso del Estado podría ocurrir en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes si la guerra intestina que sostienen Valentín Menéses y Mario Montero no cesa. Y es que la actitud canina del secretario de Gobernación crece progresivamente conforme siente que puede arrebatarle a El vale la dependencia y a los concesionarios.

El relevo del zavalista Armando Toxqui de la subsecretaría de Seguridad Pública, las salidas de Olmedo y Bailleres y la alianza El vale-Zavala tienen relación entre sí, y son las secuelas del Jefe del gabinete por ampliar sus dominios tanto como le sea posible o se lo permita el gobernador.

Montero está suelto, de la correa, y Marín bien pudo haberle dado el primer jalón público en el Congreso, y si su ímpetu no amaina el segundo jalón podría ser en aquellos monteristas que generan inestabilidad en la SCT como Abraham Sánchez y Anuar Musalem o en otras dependencias. El enojo de Valentín hacia Montero se justifica, le quiere comer la despensa en su propia alacena y ante la carencia de efectivos suyos optó por aliarse a Zavala para resistir la embestida hasta donde le sea posible, tal y como lo recomiendan los grandes militares de la historia.

Autoría intelectual

***Humberto Aguilar Viveros podría presidir la Gran Comisión del Congreso y Juan Antonio González la coordinación de los diputados del PRI; sus nombres están siendo evaluados. **El desconcierto de los diputados locales priistas los obligó a reunirse viernes y sábado, y este lunes lo volverán a hacer para transcribir la línea y poner las barbas a remojar. **Juan Carlos Mondragón no hará en el PAN lo que demande el partido, sino lo que le ordene Felipe Calderón, y quién mejor que el senador Ángel Alonso Díaz Caneja para explicarlo. **Cuentan que la calificación que los poblanos otorgaron a Blanca Alcalá en septiembre fue en la misma proporción a los baches que todavía hay en la ciudad."

(Fuente: Cambio, Por las entrañas del poder).

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