viernes, 31 de julio de 2009

Mucho ruido y pocas nueces

Andreas Cañedo Bree

Todos los días leemos, vemos y escuchamos que hay muchas actividades en el ayuntamiento de Puebla; todos los días hay declaraciones de la presidenta municipal respecto a varios asuntos; todos los días se nos quiere dar la imagen de un ayuntamiento muy atareado, como en aquel país que visitó Gulliver en el que había quienes colocaban una pelota en una rampa, luego quienes la atrapaban al final de la rampa, y finalmente quienes tomaban la pelota y la regresaban a quien la volvía a colocar en la rampa para que ésta bajara hacia donde le esperaba quien la atrapaba, para dársela a quien la regresaba a quien la volvía a colocar en la rampa.

Cuando Gulliver preguntó qué pasaba ahí, los habitantes de ese país le explicaron que era para que pareciera que estaban muy ocupados.

Algo así pasa en Nuestra Ciudad. Parece que están muy ocupados trabajando por Puebla, pero en realidad es sólo la apariencia.

Y es que desde que entró Enrique Doger en el trienio anterior, se borró todo indicio de administraciones anteriores, por lo que no había nadie que supiera qué hacer en ninguna área, y así la administración municipal se tiene que reinventar cada tres años. Así es: cada tres años.

Lo mismo sucedió en el arranque de esta administración municipal. No quedó piedra sobre piedra, y los nuevos funcionarios municipales aún están en capacitación, la cual debe incluir, según la atención que usted recibe, ver Los Viajes de Gulliver.

Cualquier trámite que usted quiera hacer, solicitud de información, solicitud de cita, pago, aclaración, queja, tarda por lo menos tres semanas.

Por lo menos. La verdad es que a la burocracia no le interesan usted ni sus necesidades, y la presidenta municipal parece haber dado nombramientos en puestos clave según las facturas a pagar, muy al viejo estilo y a la escuela conocida.

Mientras tanto, se plantea la reelección de autoridades municipales –y diputados locales – porque “no les da tiempo.”

Y lo peor no es eso, sino que quienes fueron electos en la planilla –los regidores– no tienen vela en el entierro. Todas las decisiones las toma la administración, no la representación.

Es el mundo bizarro, pero siempre ha sido así. Entonces, ¿de qué le sirvió a Nuestra Ciudad que llegara “la primera presidenta municipal de la historia”? Y si a eso le suma el "fuego amigo", la participación en el relajo del líder sindical y los enemigos conocidos y desconocidos, ahí vamos navegando, esperando a que termine el trienio para entrar en una nueva etapa de campaña, olvidarnos de todo y elegir nuevas autoridades municipales. ¿Y la Cheyenne, apá?

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