miércoles, 14 de abril de 2010

ELECCIONES DE DOS PISTAS


Por Gerardo Herrera López. -

Los partidos políticos representan para los pueblos, la esperanza de beneficios futuros.

Si en cada proceso electoral vemos que se incrementa el número de electores que se abstienen de participar, no se debe solamente al desencanto que se tiene a los hombres o mujeres que participan como candidatos.

La pasión por los colores de uno u otro partido, es sólo una manera romántica de decir, que alguna vez se amó la ideología y se confió que, a través de los partidos, llegaría la solución a todos los problemas y rezagos que aqueja a nuestro país, a los estados, y en todos los municipios.

Existió en otras épocas el voto duro o el voto corporativo, que representaba, en cualquier circunstancia, la firme intención de emitir a ciegas un voto previamente comprometido, simple y sencillamente por ser afín a una institución política, a un partido, y sin cuestionar mucho, ni razonar, si el perfil del candidato, la decisión tomada por la dirigencia, o los factores múltiples que dan forma y fondo a una elección, son los ideales, o los que garanticen un triunfo, y al mismo tiempo, el avance y bienestar de las comunidades.

Todo esto se ha ido transformando, deformando para ser exactos.

Y hoy existen otros factores que entraron a escena, y se trata -por citar un ejemplo- de las encuestas, públicas y privadas, que ofrecen un dato de las preferencias electorales de uno u otro partido o candidato, pero que sólo significa una verdad a medias.

Sin embargo para los promotores de ellas, apuestan a que, publicadas o no, generen mediaticamente comentarios que se traduzcan en una corriente a favor –y rara vez en contra- de quienes las mandan a maquilar.

De esa manera, los electores poco informados, sólo tendrán en su inconsciente colectivo, la idea que estas encuestas pretenden, dicho de otra manera, una mentira dicha mil veces se convierte en verdad.

Otro factor de abstención, se debe a la falta de cuadros políticos, como ellos mismos les llaman.

Hoy se ve con escepticismo a un hombre o mujer maduros, que tienen experiencia por haber vivido varios procesos electores, porque los consideran políticos viejos, usados, o maleados. Y sin embargo, cuando el candidato es un hombre o mujer joven, entonces se le señala por su inexperiencia, y por no haber vivido con antelación, el proceso político-ideológico que forja a los candidatos para poder representar completamente, la firma de su partido.

Y si a todo esto le sumamos, que a la vista de los electores, no es muy bueno que los políticos de ocasión, los que sólo tienen medianos compromisos con sus mentores o sus dueños, se quitan una camiseta para ponerse la otra, de la noche a la mañana.

Brincan de un partido a otro, y firman alianzas y compromisos entre partidos antagónicos, buscando como en un pajar, la aguja que represente una razón que justifique su unión.

Políticos que acusan y señalan a sus antiguos compañeros de partido, y que hoy le levantan la mano a quien ayer les flagelaban con los más oscuros adjetivos simplemente por ser sistemática oposición.

Los hay también, quienes sin irse de las filas del partido, les hacen mas daño que bien. Se han enquistado flotando solamente, sin aportar un ápice a la sociedad. Gustan de vivir del presupuesto y no permiten que nuevos hombres y mujeres de la sociedad civil se integren, haciendo que se piense que el partido es propiedad de unos cuantos.

Es pues, un desencanto total para la mayoría de los electores que nunca han militado en ningún partido. Prefieren no participar.

Pero es un desperdicio enorme el millonario gasto que se hace con tal de tener democracia en nuestro país. El derroche de recursos para procurar la idea demócrata es un asunto que nos compete a todos, aún sin participar.

Por eso es sumamente imprescindible, que las figuras institucionales de los partidos, regresen a ser lo que eran. En el origen fundacional de cada partido esta la respuesta que quieren escuchar los ciudadanos que esperan ver una opción real. El voto switcher, como le llaman, espera que les sean justificadas las razones para participar en la elección.

Es pues, obligación de los partidos políticos que hoy pretenden enviar a sus cuadros a gobernar, atender desde hoy las pretensiones de sus militantes, que piden ser tomados en cuenta, no solamente para formar parte de multitudinarios mítines y acarreos, sino por lo que representan como ciudadanos, que sienten, que anhelan, pero sobre todo, que están mas que nunca, pendientes y observantes del circo que les han montado, en esta ocasión, sólo de dos pistas.

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